Los Salmos son una parte esencial del Antiguo Testamento, la palabra de Dios convertida en oración humana. De carácter tanto personal como comunitario, inspirados por el Espíritu Santo, los Salmos alaban las maravillas de Dios en la creación y en la historia de la salvación. Cristo mismo oró con los Salmos y los llevó a su plenitud.
Por lo tanto, los Salmos son un elemento fundamental y constante en la oración de la Iglesia. Son adecuados para el ser humano en cualquier circunstancia y a lo largo del tiempo. Los Salmos nos ayudan a conectar con Dios, expresar gratitud, arrepentimiento, súplica y alabanza. Su contenido es muy diverso e incluye oraciones, cantos de alabanza, lamentos, bendiciones y palabras de sabiduría.
Los Salmos no son solo una oración individual, sino también comunitaria. Al leerlos, participamos en la oración de toda la Iglesia, conectando con los fieles de todo el mundo y con quienes nos precedieron en la fe. La lectura y meditación de los Salmos nos permite comprender mejor a Dios, al ser humano y la relación entre ambos.
Los Salmos se utilizan en la liturgia de la Iglesia, en la oración personal y en las oraciones comunitarias. Podemos leerlos diariamente para alimentar nuestra vida espiritual, buscar consuelo y fortaleza en Dios. El estudio y la práctica de los Salmos nos ayudan a crecer en la fe y a vivir una vida cristiana más plena.