La alimentación complementaria es una etapa crucial en el desarrollo infantil. Añadir alimentos sólidos a la dieta del bebé contribuye a su desarrollo físico e intelectual. ¿Pero qué es exactamente la alimentación sólida? Se refiere a alimentos con textura, diferentes a la leche materna o de fórmula, preparados específicamente para el sistema digestivo aún inmaduro del bebé. Estos alimentos proporcionan nutrientes esenciales para un crecimiento saludable y la formación de buenos hábitos alimenticios.
Los bebés deben comenzar con la alimentación complementaria entre los 4 y 6 meses de edad, dependiendo de su aumento de peso y desarrollo individual. Antes de los 4 meses, su sistema digestivo no está preparado para digerir nada más que leche. Después de los 6 meses, la leche materna o de fórmula ya no aporta suficientes nutrientes para cubrir sus necesidades. En este punto, la introducción de alimentos sólidos es fundamental.
La alimentación complementaria no solo proporciona nutrientes, sino que también ayuda al desarrollo de los músculos de la mandíbula y la lengua, favoreciendo el habla posterior. Además, les enseña a masticar, tragar y a desarrollar habilidades de autoalimentación, estableciendo hábitos alimenticios saludables.
Es común que los bebés tengan el reflejo de arcada al iniciar la alimentación sólida. Este es un reflejo natural y seguro que les ayuda a expulsar alimentos demasiado grandes o inapropiados de las vías respiratorias, evitando la asfixia. En los bebés menores de 12 meses, este reflejo se produce en la punta de la lengua, a diferencia de los adultos, en quienes se produce en la parte posterior. Por eso, los bebés tienen arcadas con mayor facilidad. Las arcadas también son una forma de aprender a manejar los alimentos en la boca. Después de algunas veces, el bebé aprenderá a tragar solo bocados pequeños y adecuados.
El reflejo de masticación es la combinación de movimientos de la lengua y los músculos de la boca para triturar los alimentos, haciéndolos más blandos y pequeños. Los dientes son solo una herramienta más en este proceso. Por lo tanto, es recomendable estimular el reflejo de masticación alrededor de los 6-7 meses, cuando el bebé comienza a tenerlo, aunque la mayoría aún no tiene dientes o solo unos pocos. Las encías del bebé son la mejor herramienta para practicar la masticación en esta etapa. Mucha gente cree erróneamente que las encías son débiles, pero en realidad pueden procesar muchos alimentos sólidos tan bien como un adulto con dentadura completa.
Los padres deben ser pacientes y tranquilos al introducir la alimentación complementaria. Hay que ofrecer los alimentos poco a poco, de sabores dulces a salados, de texturas líquidas a sólidas, de cantidades pequeñas a mayores y de 1 a 4 grupos de alimentos. Se pueden optar por papillas comerciales con todos los nutrientes necesarios o prepararlas en casa con los 4 grupos de alimentos.
Los niños tienen una gran capacidad de imitación. Para que aprendan a masticar, los padres deben mostrarles cómo lo hacen con frecuencia. Después de observar, el bebé irá adquiriendo el hábito y practicando por sí mismo. Para que la observación sea efectiva, los padres deben separar los alimentos, evitando mezclarlos o cambiar su textura demasiado rápido. Por ejemplo, si los padres suelen comer verduras de hoja verde pero cambian constantemente a brócoli o zanahoria, el bebé no podrá visualizar el objeto que están masticando, lo que puede generar confusión en su percepción de los alimentos.
Permitir que el bebé manipule los alimentos y se los lleve a la boca es la mejor manera de que aprenda a masticar. Al entrar en contacto con la comida, podrá percibir su textura y ajustar la apertura de la boca y la fuerza de la masticación. Antes de dejar que el bebé mastique solo, los padres pueden comer primero para mostrarle cómo se hace y luego animarle a imitarlos. El aprendizaje de la masticación debe ser progresivo, aumentando la dificultad y variando las texturas para que el bebé aprenda a comer una mayor variedad de alimentos.