La lactosa es un tipo de azúcar natural que se encuentra en la leche y los productos lácteos. Es un disacárido, lo que significa que está compuesto por dos azúcares más simples: glucosa y galactosa. Para que el cuerpo pueda digerir la lactosa, necesita una enzima llamada lactasa. Esta enzima se produce en el intestino delgado y su función es descomponer la lactosa en glucosa y galactosa, que luego se absorben en el torrente sanguíneo.
Muchas personas tienen una deficiencia de la enzima lactasa, lo que provoca intolerancia a la lactosa. En este caso, la lactosa no se digiere en el intestino delgado y pasa al intestino grueso. Allí, las bacterias la fermentan, produciendo gases y líquidos, lo que causa síntomas incómodos como hinchazón, diarrea y dolor abdominal.
Después de beber leche o comer productos lácteos, las personas con intolerancia a la lactosa pueden experimentar síntomas como náuseas, hinchazón, diarrea, dolor abdominal y calambres aproximadamente 2 horas después. En los niños pequeños, los síntomas pueden ser diferentes e incluyen vómitos, dermatitis, diarrea espumosa, distensión abdominal, ruidos intestinales y flatulencias excesivas.
La principal causa de la intolerancia a la lactosa es la deficiencia de la enzima lactasa. La mayoría de nuestros intestinos delgados comienzan a producir menos lactasa después de los 2 años (es decir, después del destete). Sin embargo, posteriormente aún podemos consumir productos lácteos procesados sin experimentar intolerancia a la lactosa. Hay ciertos factores que aumentan el riesgo de intolerancia a la lactosa, como la raza (asiáticos, afroamericanos, mexicanos), la edad (personas mayores), enfermedades digestivas (enfermedad inflamatoria intestinal, enfermedad celíaca, enfermedad de Crohn), intolerancia a la lactosa congénita, bebés prematuros y efectos secundarios de los tratamientos contra el cáncer.
Para diagnosticar la intolerancia a la lactosa, el médico debe revisar el historial médico del paciente, observar los síntomas clínicos y realizar algunas pruebas necesarias, como la prueba de hidrógeno en el aliento, la prueba de lactosa y la prueba de acidez en las heces (en niños).
Algunas medidas para mejorar la intolerancia a la lactosa incluyen: Los bebés y niños pequeños con intolerancia a la lactosa no deben consumir alimentos que contengan lactosa; Los adultos y niños mayores no necesitan evitar completamente la lactosa, sino que deben considerar la cantidad adecuada de lactosa para consumir diariamente; Obtener calcio y vitamina D de otras fuentes, como suplementos, alimentos ricos en calcio (verduras de hoja verde, camarones, brócoli) o tomar enzimas de lactasa; Adoptar hábitos de vida saludables; Cumplir con las citas médicas programadas; No suspender la medicación, cambiar la dosis ni automedicarse; Informar al médico sobre los medicamentos que está tomando; Observar la reacción del bebé a la leche materna o la fórmula.
Elegir alternativas a la leche es esencial para complementar el calcio si tienes intolerancia a la lactosa. La leche de soja, la leche de almendras y la leche de arroz son opciones populares. Además, se debe prestar atención a la ingesta de calcio de otras fuentes de alimentos, como las verduras de hoja verde oscura, el salmón y el tofu.