Self-awareness, o autoconciencia, es la capacidad de concentrarse y observar el proceso de nacimiento y muerte de nuestros propios pensamientos, emociones y acciones, para luego evaluar si son apropiados para el contexto. En otras palabras, la autoconciencia es la consciencia de uno mismo, de los pensamientos, emociones, comportamientos y su impacto en el entorno.
Una buena autoconciencia ayuda a las personas a ser más seguras, creativas, a tomar decisiones más acertadas, a construir relaciones más sólidas y a comunicarse de manera más efectiva. Sin embargo, no muchas personas poseen esta cualidad y capacidad de autoconciencia. Aunque la mayoría de la gente cree tener una buena autoconciencia, según los estudios, solo el 10-15% de las personas cumplen con los criterios de self-awareness.
Hay dos estados principales de autoconciencia: la autoconciencia interna (Internal Self-awareness) y la autoconciencia externa (External Self-awareness).
La autoconciencia interna es la capacidad de reconocer los valores, creencias, pasiones y aspiraciones propias, y evaluar su compatibilidad con las normas del entorno y la cultura social. Por ejemplo, reconocer que el trabajo actual no se ajusta a la pasión, o ser consciente de que se está enojado y la razón de ese enojo.
La autoconciencia externa es la capacidad de reconocer y comprender cómo nos perciben y evalúan los demás. Las personas con esta capacidad suelen tener buena empatía y están abiertas a las opiniones de los demás. Por ejemplo, comprender que los demás nos juzgan en función de lo que saben de nosotros, y que esas evaluaciones pueden ser correctas o incorrectas; comprender las limitaciones en el conocimiento mutuo y que la perspectiva de cada persona es diferente, lo que facilita la empatía y la aceptación de opiniones contrarias.
Cultivar la autoconciencia ofrece muchos beneficios: reduce el estrés, regula las emociones y el comportamiento, permite disfrutar de la vida, aumenta la capacidad de comprender los problemas, tomar mejores decisiones, comunicarse con mayor claridad, vivir con un propósito y construir mejores relaciones.
Para cultivar la autoconciencia, se pueden aplicar los siguientes métodos: preguntarse “¿qué?” en lugar de “¿por qué?”; fortalecer la mente; escuchar más (tanto a los demás como a uno mismo); dedicar tiempo para uno mismo y practicar la atención plena (mindfulness).
La práctica de la atención plena se puede realizar buscando un espacio tranquilo, sentándose en una postura cómoda, cerrando los ojos, recordando las cosas que causan tristeza, observando dónde aparece esa tristeza en el cuerpo, colocando la mano sobre ese lugar suavemente con amor incondicional. Repetir los pasos con diferentes emociones como alegría, felicidad, ira…
Mejorar la autoconciencia es un proceso de práctica constante que requiere determinación, perseverancia y esfuerzo. Al dedicar tiempo a conocernos a nosotros mismos, a comprender las cosas y a las personas que nos rodean, podemos desarrollar la autoconciencia y vivir una vida más significativa.