El gaslighting es una forma sutil de manipulación psicológica en la que una persona hace que otra dude de su propia percepción, memoria y cordura. El término proviene de la obra de teatro «Gas Light» de 1938, que trata sobre un marido que manipula a su esposa hasta el punto de hacerle creer que se está volviendo loca. En la obra, el marido atenuaba repetidamente las luces de gas y luego negaba haberlo hecho, lo que hacía que la esposa cuestionara su propia percepción de la realidad.
Desde entonces, el término «gaslighting» ha sido utilizado por psicólogos, criminólogos y abogados para referirse a una forma de manipulación perjudicial. Impulsado por el deseo de controlar a otros, el gaslighter erosiona la confianza en sí mismo de la víctima haciéndola dudar constantemente de su memoria, cordura, inteligencia y valía.
Incluso pueden realizar acciones como mover objetos en la casa y luego negar haberlo hecho para alimentar la paranoia y la autoduda de la víctima. El gaslighting no es simplemente estupidez, torpeza o mala comunicación. Es una estrategia consciente, a veces aprendida y utilizada para controlar y debilitar a otros.
El gaslighting va más allá de no poder aceptar un punto de vista diferente al propio. Es un intento deliberado de dominar a otra persona y evadir la responsabilidad por las malas acciones atacando al carácter de la víctima. El gaslighting es una forma grave de abuso psicológico que puede tener consecuencias devastadoras para la salud mental y el bienestar de la víctima.