¿Qué es la Ley de Cristo?

febrero 15, 2025

La ley de Cristo, mencionada en Gálatas 6:2, llama a los creyentes a «sobrellevar los unos las cargas de los otros». Esto plantea la pregunta: ¿qué es la ley de Cristo y por qué enfatiza el amor y la compasión? La esencia de Cristo reside en el amor incondicional y el sacrificio supremo por la humanidad. Es por este amor que Él da la ley, no para restringir, sino para guiar a las personas hacia una vida plena.

La ley de Cristo no es una lista larga de mandamientos rígidos como la Ley del Antiguo Testamento. En cambio, se resume en dos grandes mandamientos: amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo (Marcos 12:28-31). Estos dos mandamientos son el núcleo de la fe cristiana, la base de todas las acciones y pensamientos del creyente. Cristo es la encarnación del amor, y su ley refleja ese mismo amor.

Estos dos grandes mandamientos, según Jesús y los maestros de la ley, son más importantes que todos los holocaustos y sacrificios (Marcos 12:32-33). Esto demuestra que Cristo se centra en el corazón y la motivación de las personas más que en los rituales externos. Cristo ve el corazón, Él quiere que las personas se acerquen a Él con amor verdadero, no por obligación ni por formalismo.

Cristo es quien ha cumplido la Ley del Antiguo Testamento (Romanos 10:4; Gálatas 3:23-25; Efesios 2:15). Él no abolió la ley, sino que la perfeccionó y la elevó a un nuevo nivel, del cumplimiento de reglas externas a la vida según el amor que emana del interior. Cristo es el puente entre la humanidad y Dios, Él abrió el camino de la salvación a través de su sacrificio en la cruz.

El amor es el centro de la ley de Cristo. 1 Juan 4:7-8 afirma: «El que ama es nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor». Cristo es la fuente del amor y quiere que ese amor se extienda a todos. Amar a Dios y al prójimo no es una carga, sino un privilegio y una alegría para quienes creen en Cristo.

El no estar bajo la Ley del Antiguo Testamento no es una excusa para pecar (Romanos 6:15). Para los seguidores de Cristo, la motivación para evitar el pecado proviene del amor a Dios y al prójimo. Cristo es el Redentor, Él pagó el precio por los pecados de la humanidad. Por lo tanto, vivir según su ley es una forma de expresar gratitud y corresponder a su amor infinito.

La motivación para obedecer la ley de Cristo es el amor, no el deseo de cumplir mecánicamente. Cristo es quien da la verdadera libertad, la libertad de la esclavitud del pecado y la ley. Cuando amamos a Dios, obedecemos voluntariamente su ley, no por temor al castigo, sino por querer agradar a Aquel a quien amamos.

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