El herpes zóster es una infección causada por la reactivación del virus varicela-zóster (VVZ), el mismo virus que causa la varicela. Después de tener varicela, el VVZ permanece inactivo en los ganglios nerviosos. Cuando el sistema inmunológico se debilita, el virus puede reactivarse y causar herpes zóster.
El herpes zóster generalmente se manifiesta con síntomas como dolor, ardor, entumecimiento u hormigueo a lo largo del nervio afectado. Luego, aparecen pequeñas ampollas llenas de líquido en grupos sobre la piel enrojecida. Estas ampollas generalmente aparecen solo en un lado del cuerpo y pueden ser dolorosas.
La neuralgia posherpética puede durar años después de que las lesiones cutáneas hayan sanado. El paciente puede experimentar dolor persistente en el área afectada por el herpes zóster, causando molestias y afectando la calidad de vida.
La causa del herpes zóster es la reactivación del virus VVZ. Los factores que aumentan el riesgo de reactivación del virus incluyen: sistema inmunitario debilitado, estrés, edad avanzada, cirugía y tratamiento del cáncer.
Los síntomas típicos del herpes zóster incluyen: ardor y dolor, ampollas llenas de líquido transparente, inflamación y dolor en las áreas circundantes e inflamación de los ganglios linfáticos, fiebre, escalofríos, dolor de cabeza, fatiga y sensibilidad a la luz.
Los tipos comunes de herpes zóster incluyen: herpes zóster en la cara, herpes zóster oftálmico, herpes zóster en el oído y herpes zóster en la boca. Cada tipo tiene sus propios síntomas y complicaciones.
Las personas mayores de 60 años, las personas con sistemas inmunitarios debilitados, las personas que han recibido quimioterapia o radioterapia y las personas que toman medicamentos que debilitan el sistema inmunitario son más propensas a desarrollar herpes zóster.
El herpes zóster puede contagiarse a otras personas a través del contacto directo con las ampollas rotas. Sin embargo, la neuralgia posherpética, la etapa sin ampollas, no contiene el virus y no es contagiosa.
El herpes zóster pasa por tres etapas de desarrollo: prodrómica, erupción aguda y crónica (neuralgia posherpética).
Las complicaciones del herpes zóster incluyen: daño ocular, infecciones de la piel, neumonía, pérdida de audición, parálisis facial parcial, encefalitis o muerte.
Es importante consultar a un médico de inmediato si sospecha que tiene herpes zóster, especialmente si pertenece a un grupo de alto riesgo. El tratamiento temprano ayudará a reducir los síntomas y prevenir complicaciones.
El diagnóstico del herpes zóster se basa en el examen de la erupción, las ampollas y las preguntas sobre los síntomas. El médico también puede tomar una muestra de piel o líquido de las ampollas para analizarla.
El herpes zóster se trata con medicamentos antivirales, analgésicos, antiinflamatorios y antipruriginosos.
La prevención del herpes zóster incluye evitar el contacto con personas infectadas, vacunarse, dormir lo suficiente, no fumar, mantener un estilo de vida y descanso adecuados, evitar el estrés y hacer ejercicio para fortalecer el sistema inmunológico.