La difteria es una infección bacteriana aguda que causa la formación de una pseudomembrana en las amígdalas, la faringe, la laringe, la nariz y, en ocasiones, en la piel y otras membranas mucosas como la conjuntiva del ojo, el oído y los genitales. Está causada por la bacteria Corynebacterium diphtheriae.
Esta enfermedad es tanto infecciosa como tóxica, y las lesiones graves que produce se deben principalmente a la exotoxina de la bacteria. Esta bacteria es un bacilo grampositivo aerobio que solo produce la toxina cuando está infectado por un Corynebacteriófago que porta el gen de la toxina.
La difteria fue descrita por primera vez por Hipócrates, el «padre de la medicina», en el siglo V a. C. Algunos documentos médicos también han registrado la prevalencia de esta enfermedad en la antigua Siria y Egipto. Los brotes graves de la enfermedad comenzaron después del año 1700. En 1883-1884, los científicos descubrieron la bacteria causante de la enfermedad.
A principios del siglo XX, los científicos comenzaron a experimentar con medidas preventivas combinando la toxina y la antitoxina. El antisuero diftérico se desarrolló a principios de la década de 1920, pero no se utilizó ampliamente hasta principios de la década de 1930. A partir de 1940, el antisuero se utilizó con mayor frecuencia, en combinación con el antisuero tetánico y la vacuna contra la tos ferina.
En la década de 1980, se registraron brotes de difteria en países como Rusia y Ucrania debido a la interrupción de la vacunación. En 1994, hubo más de 39.000 casos de difteria en Rusia, con 1.100 muertes.
En Vietnam, en 1983, hubo casi 3.500 casos de difteria. Gracias a la vacuna, la tasa de incidencia disminuyó rápidamente después. Según el Ministerio de Salud, desde 1984, la tasa de incidencia de difteria en Vietnam ha disminuido continuamente, en consonancia con el aumento de la tasa de vacunación contra la difteria, la tos ferina y el tétanos.
En concreto, la tasa de incidencia de difteria en Vietnam ha disminuido gradualmente de 3,95/100.000 habitantes en 1985 a 0,14/100.000 habitantes en 2000. Entre 2004 y 2019, la tasa de incidencia fluctuó entre 10 y 50 casos por año. Sin embargo, desde 2020, la tasa de casos de difteria ha tendido a aumentar de nuevo, con 226 casos en el mismo período del año. A principios de julio de 2024, también se registró un caso de muerte por difteria en el país.
Los casos de difteria en Vietnam suelen registrarse con mayor frecuencia en los meses de agosto, septiembre y octubre.
La difteria está causada por la bacteria Corynebacterium diphtheriae, de la familia Corynebacteriaceae. Esta bacteria tiene cuatro tipos: gravis, intermedius, mitis y belfanti, todos los cuales pueden producir toxinas y causar enfermedades graves.
Esta bacteria tiene una alta resistencia en el medio ambiente externo y puede soportar el frío y la sequedad. Si está rodeada de mucosidad, la bacteria puede sobrevivir en los objetos durante varios días, incluso semanas. Otra característica de la bacteria de la difteria es su sensibilidad a los factores físicos y químicos. Bajo la luz solar, la bacteria muere en pocas horas. A 58°C, la bacteria sobrevive 10 minutos; en fenol al 1% y alcohol al 60%, la bacteria puede sobrevivir 1 minuto.
Aunque actualmente existe una vacuna contra la difteria, todavía se registran casos de la enfermedad en todo el mundo y en Vietnam. La razón principal es que la vacunación no se ha realizado completamente en todos los niños.
En particular, la vacuna contra la difteria debe administrarse a los niños de entre 0 y 2 años, y luego deben recibir dosis de refuerzo, pero todavía hay muchos casos en los que solo se vacuna en los dos primeros años de vida y luego no se administran dosis de refuerzo al crecer. En este momento, los anticuerpos del organismo han disminuido, lo que aumenta el riesgo de contraer la enfermedad.
La difteria se clasifica en dos tipos: difteria respiratoria y difteria cutánea. En concreto:
- Difteria respiratoria: También se conoce como difteria faríngea. Es el tipo más común de difteria (representa entre el 40% y el 70% de los casos) y afecta a la nariz, la garganta, las amígdalas y la laringe del paciente. Los síntomas de la difteria respiratoria varían en función de la localización de la bacteria.
- Difteria cutánea y de otras mucosas: La difteria cutánea y de otras mucosas (membranas mucosas, conjuntiva y zona vulvovaginal, conducto auditivo externo, etc.) es menos frecuente que la difteria faríngea. La difteria cutánea provoca infecciones y úlceras en la piel. Las lesiones cutáneas pueden dejar cicatrices permanentes.
El período de incubación de la difteria oscila entre 1 y 10 días, siendo lo más habitual entre 2 y 5 días desde la exposición a la bacteria. El paciente puede transmitir la bacteria desde el inicio de la enfermedad o desde el final del período de incubación.
En las personas no tratadas, la bacteria puede estar presente en las secreciones y dañar los órganos del cuerpo entre 2 y 6 semanas después de la infección.
Hay tres fuentes principales de contagio de la difteria:
- Contacto con gotitas respiratorias en el aire: La difteria se transmite de persona a persona a través de las gotitas respiratorias que se expulsan al toser, estornudar o hablar.
- Contacto con objetos contaminados: La bacteria puede sobrevivir en el aire y en las superficies durante varios días. Por lo tanto, tocar objetos contaminados, especialmente objetos personales del paciente, aumenta el riesgo de contraer la difteria.
- Contacto con secreciones de heridas (úlceras o heridas abiertas): En el caso de la difteria cutánea, la enfermedad puede transmitirse por contacto con heridas o úlceras infectadas.
La bacteria de la difteria se propaga fácilmente por el aire; cuando una persona infectada tose o estornuda, las gotitas que transportan la bacteria pueden contagiar a las personas que la rodean. El período de transmisión de la enfermedad no es fijo y puede durar de 2 a 4 semanas, pero rara vez supera este tiempo. Tras iniciar el tratamiento con antibióticos, la persona infectada por la bacteria de la difteria suele dejar de ser contagiosa en 48 horas.
Las personas infectadas por la bacteria de la difteria pero que no desarrollan la enfermedad pueden contagiar a otras personas. Por lo tanto, el control deficiente de la enfermedad y el incumplimiento de los métodos de prevención aumentan el riesgo de brotes en la comunidad.
Según la OMS, cualquier persona que no tenga inmunidad (no vacunada o con vacunación incompleta) puede contraer la difteria. Además, algunos grupos de personas tienen un mayor riesgo de contraer la enfermedad:
- Personas en contacto estrecho con el paciente: El contacto estrecho con una persona con difteria aumenta el riesgo de infección. Las personas que suelen estar en contacto estrecho con el paciente son los familiares, las personas que conviven con el paciente en un entorno cerrado (amigos, compañeros de clase, compañeros de trabajo, etc.), el personal sanitario que atiende al paciente, etc.
- Personas que viajan a zonas epidémicas: Las personas que viajan a zonas epidémicas tienen un mayor riesgo de infección.
- Personas con sistemas inmunitarios debilitados: Las personas inmunodeprimidas (personas con inmunodeficiencia primaria, niños menores de 6 meses, ancianos, drogadictos, personas que han recibido un trasplante de órganos, personas con enfermedades crónicas, etc.) son muy susceptibles a la enfermedad y tienen una tasa de reinfección que oscila entre el 2% y el 5%.
- Personas que viven en malas condiciones higiénicas: Las personas que viven en espacios concurridos e insalubres suelen tener un mayor riesgo de contraer la enfermedad debido a la presencia de la bacteria en las superficies de los objetos del entorno en el que viven.
Los síntomas de la difteria varían en función de la localización de la infección en el organismo:
- Difteria nasal: Los pacientes presentan secreción nasal, con mucosidad purulenta a veces sanguinolenta, y una membrana blanca en el tabique nasal. Esta forma de la enfermedad suele ser leve, ya que la toxina bacteriana penetra poco en la sangre.
- Difteria faríngea y amigdalar: Los pacientes presentan fatiga, dolor de garganta, pérdida de apetito y febrícula. Al cabo de 2 o 3 días aparece necrosis, que forma una pseudomembrana de color blanco azulado, dura y firmemente adherida a las amígdalas, o que puede extenderse para cubrir toda la faringe. En algunos casos, los pacientes pueden presentar inflamación de la zona submandibular y de los ganglios linfáticos del cuello, lo que provoca un ensanchamiento del cuello que a veces dificulta la respiración, sobre todo en los niños pequeños. En los casos de intoxicación grave, el paciente presenta edema, cianosis, taquicardia, sudoración y coma. Si no se tratan de forma intensiva, estos pacientes pueden morir en un plazo de 6 a 10 días.
- Difteria laríngea: Es la forma más grave y de rápida progresión de la enfermedad. El paciente presenta febrícula, ronquera, tos y la aparición de pseudomembranas en la laringe o que se extienden desde la faringe. Si no se trata a tiempo, las pseudomembranas pueden obstruir las vías respiratorias, provocando insuficiencia respiratoria y la muerte rápida del paciente.
Además de las localizaciones mencionadas, la bacteria también puede causar la enfermedad en otras partes del cuerpo, pero estos casos son muy raros y la enfermedad progresa de forma leve.
La difteria es una enfermedad peligrosa que puede provocar complicaciones graves, incluso la muerte, y puede causar brotes en las comunidades con bajas tasas de vacunación. Las personas infectadas que no reciben tratamiento a tiempo tienen un alto riesgo de morir.
La tasa de mortalidad de la enfermedad suele oscilar entre el 5% y el 10%, pudiendo llegar al 20% en niños menores de 5 años y adultos mayores de 40 años. La tasa de mortalidad en personas no vacunadas contra la difteria y que no reciben el tratamiento adecuado es de aproximadamente el 30%.
La tasa de mortalidad por difteria en mujeres embarazadas es de aproximadamente el 50%, y dos tercios de las supervivientes pueden sufrir un aborto espontáneo o un parto prematuro.
La difteria puede causar las siguientes complicaciones:
- Obstrucción de las vías respiratorias: En la difteria, la membrana gruesa que se forma en la garganta puede bloquear las vías respiratorias, provocando dificultad para respirar y, en casos graves, la muerte.
- Miocarditis: La toxina diftérica puede dañar el músculo cardíaco, provocando miocarditis, ritmos cardíacos anormales, insuficiencia cardíaca e incluso muerte súbita.
- Complicaciones neurológicas: En raras ocasiones, la toxina diftérica puede afectar a los nervios, provocando complicaciones como parálisis o daños en las funciones nerviosas.
- Infección sistémica: La bacteria de la difteria puede propagarse por la sangre, provocando una infección sistémica (sepsis), fallo multiorgánico y shock séptico.
- Úlceras cutáneas: En el caso de la difteria cutánea, los pacientes suelen presentar úlceras cutáneas. Sin embargo, esta complicación suele ser menos grave; aunque las heridas pueden tardar en curar, no ponen en peligro la vida.
- Muerte: Si no se trata a tiempo, los casos graves de difteria pueden provocar la muerte, especialmente en niños pequeños o personas con sistemas inmunitarios debilitados.
Si presenta signos de sospecha de difteria o ha estado en contacto con una persona enferma, debe informar inmediatamente al centro médico más cercano para que le tomen una muestra de la garganta y comprueben si hay bacterias de la difteria en la muestra.
Para el diagnóstico, los médicos realizarán una tinción de Gram de la muestra para observarla al microscopio; el bacilo se tiñe de Gram positivo, con extremos gruesos, o con tinción de Albert, el bacilo se tiñe de azul.
Además, los médicos también pueden diagnosticar la enfermedad mediante el aislamiento de la bacteria en un medio específico. Sin embargo, la desventaja de este método es que tarda en dar resultados.
Actualmente, la difteria se puede tratar con medicamentos. Los pacientes deben ser tratados en hospitales especializados en esta enfermedad.
El tratamiento de la difteria suele consistir en la administración de antitoxina diftérica y antibióticos como la eritromicina o la penicilina por vía intramuscular. La antitoxina diftérica ayuda a evitar que la toxina diftérica cause más daño al organismo, mientras que los antibióticos ayudan a eliminar la bacteria. Los tratamientos son más eficaces en las primeras fases de la enfermedad y reducen la transmisibilidad y mejoran el estado del paciente.
Además, el médico también controlará los síntomas del paciente para indicar las medidas de apoyo necesarias. Por ejemplo, en pacientes con insuficiencia respiratoria o dificultad para respirar, el médico indicará el uso de un respirador.
Durante el tratamiento, el paciente debe aislarse, evitar el contacto con otras personas, descansar adecuadamente, beber mucho líquido, evitar trasnochar, evitar el trabajo extenuante y evitar el consumo de sustancias estimulantes. Además, es necesario tomar correcta y completamente los antibióticos prescritos por el médico para garantizar la eliminación completa de la bacteria de la difteria del organismo.
Tras el tratamiento, el paciente debe someterse a nuevas pruebas para comprobar si se ha eliminado completamente la bacteria causante de la enfermedad. Tras dos resultados negativos consecutivos con 24 horas de diferencia, se considerará que el paciente se ha curado.
La prevención de la difteria incluye la vacunación y otras medidas preventivas.
1. Vacunación:
La difteria se puede prevenir eficazmente mediante la vacunación. Según las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la prevención de la difteria, se deben administrar un total de 6 dosis de la vacuna contra la difteria, comenzando a las 6 semanas de edad y hasta la adolescencia, para garantizar una protección eficaz de la salud y prevenir el riesgo de contraer la difteria a largo plazo.
2. Otras medidas preventivas:
Las personas que han estado en contacto estrecho con una persona con difteria también pueden tomar antibióticos para prevenir la infección.
Además, es importante practicar una buena higiene, como lavarse las manos con frecuencia con agua y jabón, cubrirse la boca y la nariz al toser o estornudar y evitar el contacto estrecho con personas con infecciones respiratorias.
Al mismo tiempo, es importante descansar adecuadamente, llevar una dieta equilibrada y hacer ejercicio para fortalecer el sistema inmunitario y reducir el riesgo de contraer la enfermedad. Estas medidas pueden ayudar a reducir la propagación de la difteria.
La difteria es una enfermedad de rápida propagación, con complicaciones peligrosas y una alta tasa de mortalidad. Por lo tanto, tanto los niños como los adultos deben vacunarse completamente y acudir al hospital para recibir tratamiento en cuanto aparezcan los síntomas de la enfermedad, a fin de evitar consecuencias lamentables.