El movimiento Emo, abreviatura de «Emotional» (emocional), fue una fiebre entre los jóvenes vietnamitas hace algunos años. Se caracterizaba por la expresión de una actitud pesimista, la facilidad para llorar y una visión sombría de la vida. La tendencia fue tan popular que algunos foros crearon grupos Emo para que sus miembros pudieran interactuar y compartir experiencias. Sin embargo, también hubo casos de jóvenes que se autolesionaban, vestían de forma extravagante y expresaban sus emociones de manera exagerada en público para demostrar que eran Emo.
El Emo fue bastante popular en todo el mundo, llevando a los jóvenes a percibir todo con pesimismo y a llorar con facilidad de forma inconsciente. Identificar a los seguidores del Emo no era demasiado difícil.
Un joven que siguió la tendencia Emo compartió: «Ser Emo implica formar un grupo, realizar actividades juntos para que sea divertido. Y lo importante es encontrar intereses comunes que faciliten… el llanto». Con solo visitar algunos lugares frecuentados por jóvenes, como cines o cafeterías, podíamos encontrar a muchos seguidores de esta tendencia.
Los seguidores del Emo solían vestir de forma extravagante y elaborada. Algunos parecían bastante extraños. Si no se entendía el contexto, se podía pensar que era una nueva moda o un estilo unisex. Pero al observar con atención, se notaba que tanto su estilo como su forma de hablar eran inusuales. Bastaba con que un miembro del grupo se opusiera a la opinión general para que todos rompieran a llorar rápidamente.
Un ex Emo comentó: «Todavía te falta mucho, no llegas. Para llorar hay que ser más intenso y no prestar atención a las reacciones de los demás. Los Emo experimentados pueden gritar en medio de una multitud sin importarle nadie». Por las tardes, en las cafeterías, no eran pocos los jóvenes sensibles que se reunían. Siempre con dispositivos tecnológicos de última generación en sus manos, como tablets o smartphones, navegaban por internet, discutían y, al final, todos terminaban… llorando. La única diferencia era la intensidad del llanto.
El estilo de los Emo solía ser delgado y con una vestimenta muy cuidada. Si eran hombres, vestían de forma bastante similar a las mujeres, y viceversa. Las mujeres Emo solían maquillarse mucho y llevar peinados extravagantes. Los Emo a menudo eran considerados extraños y diferentes, tanto en su apariencia como en su mundo interior.
La tendencia Emo hacía que los jóvenes fueran más propensos al llanto y tuvieran pensamientos negativos y pesimistas. Algunos incluso creían que para ser moderno o Emo había que saber estar triste y llorar… Pero también había quienes seguían la tendencia solo para imitar a sus amigos o para vestir diferente y destacar. Algunos incluso practicaban cómo llorar rápidamente para demostrar que eran auténticos con sus emociones. Llevándolo al extremo, algunos se autolesionaban para demostrar que no podían controlar sus emociones. Llevar cicatrices recientes en el cuerpo era una prueba de ser un auténtico Emo.
Los jóvenes de hoy en día que siguen el Emo tienden a expresarse a través de la ropa y las apariencias llamativas, sin prestar atención al trasfondo o la cultura de origen del movimiento. Muchos jóvenes extranjeros que siguen el Emo lo hacen por sus verdaderos sentimientos, se preocupan por la vida que les rodea y saben compartir sus penas con los demás. Expresan sus emociones con gran profundidad. Sin embargo, al llegar a nuestro país, la tendencia se ha distorsionado. Las acciones «exhibicionistas» o la autolesión son características de los Emo «a medias».
Al recordar la época en la que seguían la tendencia Emo, muchos la consideran una frivolidad juvenil. En realidad, ahora se dan cuenta de que seguir el Emo no era una cuestión de estatus ni de expresar la personalidad, sino simplemente de «seguir la corriente». Las «secuelas» en el cuerpo de quienes no controlaban sus emociones y se consideraban Emo suelen ser moretones y autolesiones. Algunos incluso se grababan nombres con cuchillas en las manos o se cortaban brazos y piernas. Se autolesionaban con objetos afilados como cuchillos o tijeras… con el objetivo de aliviar el dolor emocional o bajar la «temperatura» de sus sentimientos.
La sociedad y la comunidad deben guiar a estos jóvenes hacia actividades beneficiosas, como el voluntariado o el trabajo comunitario… De esta manera, los Emo podrán reconocer el valor de la vida y madurar emocionalmente. Es necesario tener la fuerza interior para dirigir las emociones hacia lo positivo. La tristeza fingida, la melancolía y la infelicidad de los Emo «a medias» son comportamientos que la sociedad debe condenar. Actualmente, existen talleres para fortalecer la inteligencia emocional y mejorar el control de las emociones, con el objetivo de ayudar a los jóvenes a tener una visión correcta del movimiento Emo y a gestionar sus sentimientos. Es necesario cultivar la perseverancia, el control y la regulación emocional… para que los jóvenes puedan desarrollar un pensamiento más positivo. Hay que dedicar tiempo a cosas útiles.