Un huracán es una tormenta tropical severa que se forma sobre aguas tropicales o subtropicales, caracterizada por fuertes vientos giratorios y lluvias torrenciales. Para ser clasificado como huracán, una tormenta debe tener vientos sostenidos de al menos 119 km/h (74 mph). Los huracanes también se conocen como ciclones tropicales o tifones, dependiendo de dónde se formen en el mundo.
Los huracanes se forman cuando el aire cálido y húmedo sobre la superficie del océano se eleva, creando un área de baja presión. El aire circundante luego se mueve hacia esta área de baja presión, se calienta y también se eleva. Este proceso continúa, creando un sistema de vientos que giran alrededor del centro de baja presión. La fuerza de Coriolis, causada por la rotación de la Tierra, hace que los vientos giren en sentido contrario a las agujas del reloj en el hemisferio norte y en el sentido de las agujas del reloj en el hemisferio sur.
A medida que el sistema de vientos se fortalece y la presión central disminuye, la tormenta se convierte en una depresión tropical y luego en una tormenta tropical. Cuando los vientos sostenidos alcanzan los 119 km/h, se le llama oficialmente huracán.
La intensidad de un huracán se mide utilizando la escala de huracanes Saffir-Simpson, que se divide en cinco categorías según la velocidad del viento sostenido. Un huracán de categoría 5 es el más fuerte, con vientos de más de 252 km/h, y puede causar daños catastróficos. El ojo del huracán es el área relativamente tranquila en el centro, rodeada por la pared del ojo, donde se encuentran los vientos más fuertes y las lluvias más intensas.
Los huracanes presentan muchos peligros, incluyendo fuertes vientos, lluvias torrenciales que causan inundaciones, marejadas ciclónicas y tornados. Los fuertes vientos pueden destruir casas, árboles e infraestructura. Las lluvias torrenciales pueden causar inundaciones generalizadas, provocando daños a la propiedad y pérdida de vidas. Las marejadas ciclónicas, que son subidas anormales del nivel del mar causadas por la tormenta, pueden provocar inundaciones costeras graves.
Pronosticar la trayectoria y la intensidad de un huracán es crucial para las alertas tempranas y la mitigación de daños. Los meteorólogos utilizan satélites, radares, aviones y otras herramientas para rastrear los huracanes y hacer pronósticos.
Para prepararse para un huracán, los residentes de las zonas costeras deben tener un plan de evacuación, abastecerse de alimentos y agua, y proteger sus hogares y propiedades. Cuando se emita una alerta de huracán, siga de cerca la información de las autoridades locales y obedezca las órdenes de evacuación. La preparación adecuada puede salvar vidas y minimizar los daños causados por los huracanes. El cambio climático está aumentando la intensidad y la frecuencia de los fenómenos meteorológicos extremos, incluidos los huracanes. Comprender los huracanes y cómo prepararse para ellos es esencial para protegerse a sí mismo y a su comunidad.