Cuando empezamos a trabajar, a menudo pensamos que somos insustituibles, que sin nosotros la empresa no podría funcionar. Sin embargo, la realidad es diferente. Las empresas siguen operando con normalidad cuando un empleado se va, porque siempre hay alguien dispuesto a ocupar su lugar.
Algunas personas sobreestiman sus capacidades, creyendo que son excelentes pero no están siendo valoradas. Piensan que si renuncian, la compañía sufrirá. Este es un error, porque:
- Puede que ya haya alguien contratado para reemplazarte.
- Tus habilidades pueden no ser tan excepcionales como crees.
- Podría haber otras razones por las que no te valoran, como tu actitud laboral.
En realidad, cuando renuncias, la empresa ya tiene un plan de contingencia y un sustituto. El funcionamiento de la compañía no depende completamente de una sola persona. Así que no pienses que eres “intocable”.
Ningún ambiente laboral es perfecto. Cada empresa tiene sus pros y sus contras. Lo importante es saber aceptar y adaptarse. Al principio, solemos estar entusiasmados y con altas expectativas. Después de un tiempo trabajando y contribuyendo, algunos sienten que lo que reciben no se corresponde con su capacidad.
Esto es una forma de “ilusión de grandeza”, no de confianza. Si realmente eres bueno, la empresa buscará retenerte. Si, por el contrario, eres fácilmente reemplazable, revisa tus habilidades y actitud. No uses la renuncia para presionar por un aumento o ascenso. Sé consciente de quién eres y de tu posición. Trabajamos para ganar dinero, a veces hay que aceptar imperfecciones. Si no estás satisfecho, busca nuevas oportunidades en otras empresas.