¿Qué es una hernia inguinal? Síntomas, causas y tratamiento

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febrero 12, 2025

La hernia inguinal ocurre cuando un órgano interno (como el intestino o el epiplón) protruye a través de un punto débil de la pared abdominal en la ingle. Puede ser una condición grave si se «estrangula», lo que significa que el tejido que sobresale no puede regresar a la cavidad abdominal, causando inflamación, falta de riego sanguíneo, necrosis e infección.

La hernia inguinal es más común en hombres que en mujeres.

Los bebés pueden desarrollar una hernia inguinal si una estructura llamada conducto peritoneovaginal no se cierra completamente, creando un punto débil en la pared abdominal. Según la literatura médica, entre el 2% y el 3% de los bebés varones nacen con hernia inguinal, mientras que menos del 1% de las niñas la presentan. Las personas mayores suelen desarrollar hernias inguinales directas debido al debilitamiento de los músculos abdominales con la edad.

Además, existen factores que aumentan el riesgo de desarrollar una hernia inguinal, como la genética, el sexo masculino, la tos o el estreñimiento crónico, el tabaquismo, el embarazo y las lesiones en la ingle.

Una hernia inguinal puede causar complicaciones graves.

Los síntomas pueden incluir un bulto en la ingle que aumenta de tamaño al estar de pie, toser o hacer esfuerzo durante la defecación, y que suele desaparecer al acostarse. También puede haber dolor o molestias al toser, hacer ejercicio o agacharse; sensación de ardor, dolor punzante, pesadez o plenitud en la ingle; e inflamación del escroto en los hombres.

Sin embargo, estos síntomas pueden ser similares a los de otras enfermedades de los órganos genitales, como la torsión testicular o el hidrocele. Por lo tanto, es crucial acudir al médico para obtener un diagnóstico preciso y el tratamiento adecuado.

El médico puede utilizar una ecografía para detectar una hernia inguinal.

El primer método de diagnóstico es un examen físico con el paciente de pie, tosiendo o haciendo esfuerzo. El médico puede observar un bulto en la ingle y realizar maniobras para confirmar que se trata de una hernia.

Si el diagnóstico clínico no es claro, se pueden realizar pruebas de imagen como una ecografía, una tomografía computarizada o una resonancia magnética. Durante estas pruebas, el paciente puede hacer esfuerzo para que la hernia sea más evidente.

En casos leves, la hernia inguinal puede causar dolor en la ingle al estar de pie durante mucho tiempo, al toser, hacer esfuerzo o realizar actividades físicas, lo que afecta la vida diaria, el estado de ánimo y la calidad de vida. El paciente puede limitar la actividad física debido al dolor, lo que afecta su salud general.

Si no se trata a tiempo, el órgano que protruye puede adherirse al tejido circundante y no poder regresar a la cavidad abdominal, lo que se conoce como hernia incarcerada. Esto causa mayor malestar y aumenta el riesgo de lesión del órgano herniado.

En algunos casos, se produce una estrangulación, donde el órgano herniado no puede regresar a la cavidad abdominal, causando inflamación, falta de riego sanguíneo, necrosis e infección. Si el órgano afectado es el intestino, puede causar obstrucción intestinal, con síntomas como náuseas, vómitos, distensión abdominal, dolor abdominal, incapacidad para expulsar gases o defecar. Si no se realiza una cirugía de emergencia en 4-6 horas, el intestino puede necrosarse, poniendo en peligro la vida del paciente. La cirugía en estos casos es más compleja, requiriendo la extirpación de una parte del intestino y, posiblemente, imposibilitando la colocación de una malla para reforzar la ingle, lo que aumenta el riesgo de recurrencia.

Actualmente, la cirugía sigue siendo el tratamiento principal para la hernia inguinal. Es una cirugía común y muy efectiva si la realiza un cirujano experimentado. Se puede realizar mediante cirugía abierta o laparoscópica, según el caso.

Cirugía abierta: El cirujano realiza una incisión grande en la ingle para colocar los órganos de nuevo en su lugar y reforzar la pared abdominal con tejido muscular o una malla sintética, según sea necesario. Es un método tradicional que se puede realizar con anestesia general o local.

Cirugía laparoscópica: El cirujano realiza varias incisiones pequeñas en el abdomen para insertar un tubo con una cámara en el extremo y herramientas especiales para reforzar la ingle. Este método es menos invasivo, deja cicatrices más pequeñas y permite una recuperación más rápida. Sin embargo, depende en gran medida de la tecnología y la experiencia del cirujano. Por lo tanto, es importante acudir a hospitales con buena reputación, equipos modernos y cirujanos experimentados para garantizar la seguridad del procedimiento y la recuperación postoperatoria.

Una dieta rica en fibra y verduras ayuda a prevenir la hernia inguinal.

La hernia inguinal tiene factores de riesgo como la genética, la edad, el sexo y ciertas enfermedades como la tos crónica y el estreñimiento. Se puede prevenir con una dieta rica en fibra, verduras y frutas, bebiendo 2 litros de agua al día para evitar el estreñimiento; evitando el alcohol, el tabaco y las drogas; y evitando actividades que ejerzan una gran presión sobre el abdomen. Además, es recomendable realizar chequeos médicos regulares y consultar a un especialista ante cualquier síntoma sospechoso.

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